Don Horacio Lamadrid: Un Visionario de la Televisión Dominicana


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En una cálida tarde de septiembre de 1939, en las bulliciosas calles de Buenos Aires, Argentina, nació Don Horacio Lamadrid. Nadie podía imaginar entonces que aquel niño argentino se convertiría en una de las figuras más influyentes de la televisión dominicana, dejando una huella imborrable en la historia cultural de un país que, en ese momento, le era completamente ajeno.

La vida de Horacio dio un giro inesperado en 1967. Con 28 años, embarcó en una aventura que cambiaría no solo su destino, sino el de la televisión de todo un país. Junto a su esposa, Anita Ontiveros, Lamadrid llegó a la República Dominicana con una maleta llena de sueños y la pasión del tango corriendo por sus venas. Lo que comenzó como un viaje se convirtió en el inicio de una historia de amor, no solo con Anita, sino con la isla caribeña que los acogió.

Desde el momento en que pisó suelo dominicano, Horacio supo que había encontrado su verdadero hogar. Con una visión innovadora y un espíritu emprendedor, no tardó en dejar su marca en la incipiente industria televisiva del país. En 1974, Lamadrid dio un paso que revolucionaría la forma en que los dominicanos veían la televisión: introdujo la primera unidad móvil a color. Este avance tecnológico permitió la transmisión en vivo de eventos que quedaron grabados en la memoria colectiva de la nación, como el traslado de los restos de los Padres de la Patria al Panteón Nacional.

Además de revolucionar la industria con la primera unidad móvil a color, Horacio desempeñó un papel fundamental como productor del “Primer Encuentro Internacional de la Nueva Canción Siete Días con el Pueblo”, un festival político-musical sin precedentes en el país.


En el otoño de 1974, la República Dominicana vivió una semana que quedaría grabada en su memoria cultural. Del 25 de noviembre al 1 de diciembre, las calles de Santo Domingo vibraron con los acordes del “Primer Encuentro Internacional de la Nueva Canción Siete Días con el Pueblo”.

Este festival, nacido del llamado de la Central General de Trabajadores, no fue un simple concierto. Fue un crisol donde se fundieron las voces más potentes de la canción protesta latinoamericana con el talento local dominicano.

Imagina el escenario: la voz poderosa de Mercedes Sosa resonando junto a las melodías revolucionarias de Silvio Rodríguez, mientras el público dominicano coreaba las canciones de Johnny Ventura y Cuco Valoy. Desde Argentina hasta Cuba, de Puerto Rico a España, artistas como Danny Rivera, Víctor Manuel y Ana Belén se unieron a grupos locales como Expresión Joven y Nueva Forma.

Durante siete días, la música se convirtió en el lenguaje universal de la esperanza y la protesta. Las letras de las canciones hablaban de sueños de libertad, de luchas sociales y de un futuro mejor. El festival no solo entretuvo; educó, inspiró y, sobre todo, unió a un pueblo bajo el poder transformador de la música.

Siete Días con el Pueblo” fue más que un evento musical; fue un momento definitorio que capturó el espíritu de una época y dejó una huella indeleble en la historia cultural dominicana.


Pero Horacio no se detuvo allí. Su creatividad y pasión por la cultura lo llevaron a crear “Domingo de mi ciudad“, un programa que se convirtió en un hito de la televisión dominicana. A través de este espacio, Lamadrid no solo entretenía, sino que también educaba y promovía la riqueza cultural de su país adoptivo.

A lo largo de los años, Horacio se involucró en proyectos que trascendieron las fronteras de la isla. Produjo el concurso de Miss Universo en 1977, un evento que puso a la República Dominicana en el mapa mundial del entretenimiento. También dejó su huella en la historia religiosa del país con la realización del documental “Nuestra Señora de la Altagracia” en 1981, narrando la construcción de la Basílica de Higüey y profundizando en las raíces de la fe dominicana.

Mientras su carrera florecía, Horacio construyó junto a Anita una familia que se convirtió en su mayor orgullo. Sus cinco hijos: Samantha, Horacito, Gabriela, Nicolás y Jorge, crecieron entre cámaras y sets de televisión, heredando el amor por la industria que sus padres ayudaron a forjar.

A medida que pasaban los años, el legado de Lamadrid se hacía cada vez más evidente. Nuevas generaciones de productores seguían sus pasos, inspirados por su visión y dedicación. Horacio no solo elevó los estándares de calidad en la televisión dominicana, sino que también tendió puentes culturales, promoviendo tanto la cultura de su Argentina natal como la de su amada República Dominicana.

El 19 de septiembre de 2024, a los 85 años, Horacio Lamadrid cerró sus ojos por última vez en el Hospital General de la Plaza de la Salud en Santo Domingo. Su partida marcó el fin de una era, dejando un vacío en la industria que ayudó a construir. Sin embargo, su espíritu innovador, su pasión por la excelencia y su amor por la cultura dominicana siguen vivos en cada producción, en cada transmisión en vivo, en cada programa que lleva el sello de calidad que él estableció.

Don Horacio Lamadrid llegó a la República Dominicana como un extranjero con un sueño y se despidió como un hijo adoptivo que transformó para siempre el panorama cultural de su país. Su vida es un testimonio de cómo la pasión, la visión y el trabajo duro pueden no solo cambiar el destino de una persona, sino también la historia de una nación entera.

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